viernes, 16 de agosto de 2019

Casa Fortificada Sastre Seguí (Alpatró) CA-432


Localización:  

 La Casa Fortificada de Sastre Seguí se encuentra localizada en la población de Alpatró, situada en la Vall de Gallinera, uno de los núcleos poblaciones de este valle situado en la comarca alicantina de la Marina Alta.

Localización en Google Maps

Vista de la Casa Fortificada en Google 

  Se encuentra situada en la Calle Mayor nº 10 de la población, frente a la Iglesia Parroquial de la misma, no teniendo pérdida alguna llegar hasta ella.

Localización en el mapa topográfico

Historia:

 Los primeros indicios de presencia humana en el Valle de Gallinera se remontan al Paleolítico medio ( 100.000-50.000 a.C), según los materiales encontrados en la Cova d´En Pardo. De esta etapa merece especial atención las muestras de arte rupestre en los abrigos del valle, declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

 Ya en la Edad del Bronce se localizaron restos en el poblado de la Peña Foradá, con muchas muestras de cerámica que indican que el luigar ya fue poblado en esta época. Posteriormente, en las alturas del valle, floreció la cultura ibérica en el poblado de Xarpolar, así como en otros yacimientos.

 Fue en el siglo X cuando se produce la invasión musulmana del valle, construyéndose por ellos una serie o red de alquerías, asociadas al cultivo de la vid y el olivo. Se llegaron a contabilizar una veintena de alquerías. En los años 40 fue encontrada una lápida sepulcral árabe en una de ellas, que se conserva en el Museo de Alcoy.

 Hasta la conquista cristiana del territorio, el Valle de Gallinera estuvo dominado por el caudillo árabe Al-Azraq, cuya residencia se encontraba en Alcalá de la Jovada. Fue en el año 1.244 cuando los árabes se rindieron, mediante el Pacto de Pouet, al infante Alfonso de Aragón, hijo de Jaime I. Mediante el citado pacto algunos de los castillos y fortalezas árabes pasaron a manos de los cristianos.

 Sin embargo, sobre el año 1.277 se produjeron un par de revueltas de los moriscos (musulmanes convertidos al Cristianismo) para no cumplir lo pactado, y tuvo que ser reprimidas por el rey Pedro III, el cual acabó con ellas, otorgando más tarde, en 1.279, una carta puebla.

 Con la llegada de la nobleza cristiana el Valle de Gallinera pasó a convertirse en señorío feudal a manos del infante Pere de Aragón, conde de Ribagorza, siendo los últimos los Sres. De Borja, duques de Gandía.

 En el año 1.609, Felipe III decretó la expulsión de los moriscos. Todos ellos se refugiaron en el Valle de Laguart y resistieron los ataques de las tropas cristianas durante tres años, hasta que ya no pudieron resistir el asedio, siendo vencidos y masacrados. Los supervivientes del asedio se trasladaron a Denia, donde embarcaron rumbo a África.

 Posteriormente, el Valle de Gallinera fue repoblado por familias de mallorquines en número de 78 cabezas de familia, que ocuparon muchas de las alquerías moriscas, aunque otras, como el caso de Adzubieta, quedaron definitivamente despobladas.

 A finales del siglo XVIII se sucedieron muchos episodios de ataques de bandolerismo a las masías que existían en el valle, dedicadas a la agricultura y especialmente a la elaboración de aceite y el cultivo de la cereza. Ello dio lugar a que muchas familias tuvieron que fortificarlas para evitar el expolio de los productos elaborados.



Escudo de la Vall de Gallinera

Estado actual: 

 Esta antigua masía, una de las que fue fortificadas a finales del siglo XVIII, y de las pocas que aun quedan en pie, ha sobrevivido más de 200 años de historia y en la actualidad, gracias a sus propietarios, goza de una presencia excepcional, tanto en su exterior como interior, ya que fue transformada en una casa-rural de la localidad, auténtica masía del pasado, en la que se conservan en su interior todas las esencias y aperos de estas construcciones.

 Esta casa fue de una familia de agricultores, los Sastre Seguí, que vivían en Alpatró y que se vió obligada a fortificar su gran casa ante los continuos saqueos de los bandoleros que habitaban en el interior de las montañas alicantinas.

 De generación en generación, esta casa se ha conservado intacta y sus actuales herederos la convirtieron en un alojamiento rural respetando toda su antigua esencia de masía de las montañas alicantinas del norte de Alicante. Sus altos techos, los suelos hidráulicos, muebles, aperos de labranza, objetos personales, mapas, fotografías e, incluso, la almazara con sus prensas y las grandes tinajas usadas para el almacenamiento del aceite elaborado, le dan ese aire de "casa-museo", donde, además, podrás alojarte con tu familia y amigos, y en la que Cristina, su propietaria, te podrá mostrar los lugares más curiosos y recónditos de la casa, que consta de planta baja y tres alturas, con una amplia disposición interior, hoy dedicada a las habitaciones de la casa-rural, y que disponía además de un amplio patio, probablemente lugar para guardar las bestias que se empleaban en las labores agrarias de la época.

 En el exterior, la sobriedad de su construcción y su fachada encalada con sumo gusto, te muestra todavía los restos del antiguo torreón  adosado a la misma, con sus troneras dispuestas para repeler el ataque bandolero de la época, que está situado a la derecha de la fachada y a la altura del segundo piso, bajo la cambra de la edificación. También dispone de una pequeña hornacina empotrada en la fachada en la que se observa un pequeño retablo religioso. Un balcón con enrejado corrido encima del dintel del vano de entrada a la propiedad completa la decoración de la fachada.

 Sin duda, es un perfecto exponente de las casas fortificadas del norte de la provincia, que merece la pena visitar.

Galería fotográfica:







Visita efectuada el 17-08-19:









No hay comentarios:

Publicar un comentario