Localización:
El Poblado Amurallado del Peñón del Trinitario
se halla situado en la localidad de Elda, en la comarca alicantina del Vinalopó
Mitjá.
Está localizado en un peñón
que se encuentra situado en la ladera que mira hacia el Este del Monte Bolón,
en las cercanías de la ciudad de Elda, a la derecha de la salida de la misma en
dirección a Monóvar (Alicante). Se corresponde a un poblado de la Edad del
Bronce.
Localización del yacimiento en Google Maps
Vista del Poblado del Trinitario en Google
Para llegar hasta el yacimiento nos dirigiremos al P.I Campo Alto, en la carretera Elda-Monóvar. Buscaremos la indicaciuón que nos lleva al Tiro de Pichón y pasado el puente sobre la Rambla del Gobernador, nos desviamos hacia la derecha en dirección a la Pinada del Trinitario. Monte arriba llegaremos al Peñón del Trinitario donde se encuentra el poblado.
Localización del yacimiento en el mapa topográfico
Historia:
Aparte de los asentamientos prehistóricos
datados en el Neolítico, éste yacimiento del peñón del Trinitario corresponde a
uno de los más antiguos de Elda, ya que está datado como un poblado amurallado
adscrito a la Edad del Bronce (II milenio a.C.).
Hay vestigios de un asentamiento prehistórico
de la misma edad, así como de la época íbera y de la posterior romanización en
el Yacimiento Ibero-Romano de El Monastil, a sólo unos 5 km. de este poblado. (Ver entrada CA-200 en este mismo Blog).
Antes de crearse el núcleo de la actual Elda,
en los alrededores se formó una alquería islámica que posteriormente fue
abandonada. Posteriormente surgirá el enclave islámico de Illa en torno al
actual castillo que fundaron los musulmanes almohades a finales del siglo XII.
De la Elda islámica se han descubierto una necrópolis árabe (en las
inmediaciones del Excmo. Ayuntamiento), algunas viviendas y un taller de
alfarería. También se sabe que bajo los cimientos de la Iglesia Arciprestal de
Santa Ana, había una mezquita árabe.
La edificación de la fortificación islámica
cabe situarla entre el año 1.172, fecha de la derrota del ejército almohade en
Huete con su retirada hacia Murcia, y el año 1.244, cuando tras el Tratado de
Almizra el rey Fernando III de Castilla dona el castillo y villa de Elda a uno
de los caballeros participantes en la campaña militar de Murcia. Este dato está
avalado por todos los restos de época almohade aparecidos en las excavaciones
del castillo. (Ver entrada CA-043 en este
mismo Blog)
El siglo XIV vendrá marcado por la pertenencia
de Elda y su castillo al reino de Valencia y por la intensa actividad bélica
desarrollada en estas tierras. La conquista de Murcia (1.305) originó un cambio
en la posesión de Elda, que pasó de manos castellanas a ser posesión, durante
la primera mitad del siglo XIV, de miembros de la casa real de Aragón, como la
reina Doña Blanca (1.305-1.312), esposa de Jaime II; y el infante don Fernando
(1.329-1.363), hijo de Alfonso IV.
Con posterioridad, durante la Guerra de los
dos Pedros (1.356-1.366) el castillo participó activamente en la contienda, al
ser utilizado como base de operaciones por el infante Fernando. Tras la muerte
de este último, se produciría la conquista castellana de todas las fortalezas
del Vinalopó.
Con la retirada de las tropas castellanas, en
la primavera de 1.366, el rey Pedro IV de Aragón dentro de su política der pago
y agradecimientos, concede los señoríos de Elda y Novelda a Bertrand
Duguesclín. Sin embargo, este caballero francés devolverá sus posesiones a la
Corona, que volverá a conceder el castillo y lugar de Elda, junto con la
fortaleza de La Mola, a otro caballero mercenario, en este caso el noble inglés
Hugh de Calviley. Éste, a su vez, venderá en 1.378 el señorío de Elda y Aspe al
rey Pedro IV, integrándose de nuevo Elda como parte del Patrimonio Real de
Aragón.
El señorío de la reina Doña Violante acabó con
la enajenación de las villas y castillos de Elda y Aspe a D. Ximén Pèrez de
Corella, a quien el rey Alfonso V nombrará en 1.448 Conde de Cocentaina. Esta
adquisición llevó pareja posteriormente las de las villas de Salinas y Petrer
(1.431), con lo que el Corella lograría la estabilidad definitiva de estas
villas tan castigadas durante el belicoso siglo XIV.
Durante el siglo XV es de suponer que el
castillo de Elda, sin perder el rasgo de plaza fuerte, fuera convertido en
residencia temporal primero de Doña Violante y posteriormente del primer conde
de Cocentaina durante sus estancias en sus posesiones valencianas más
meridionales. A este respecto recordamos que durante los 24 años comprendidos
entre 1.424, fecha de la compra de la baronía de Elda, y 1.448, fecha de la
adquisición del señorío contestano y su nombramiento como conde de Cocentaina,
Ximén Pérez de Corella debió residir frecuentemente en el castillo de Elda, por
ser esta villa, junto a Aspe, sus principales señoríos jurisdiccionales, y así,
en la primavera de 1.427 acogió al monarca aragonés Alfonso V en el castillo de
Elda, durante unas jornadas de caza en los antiguos pinares de Elda.
Además, al ser la fortaleza de mayor tamaño de
sus dominios meridionales, rivalizó con los de Novelda y Monóvar, posesiones de
la familia Maza de Lizana, rivales nobiliarios de los Corella, por otra parte,
por lo que ello testimonia la importancia que debió tener el castillo y villa
de Elda en la política geoestratégica de la familia Corella durante el siglo
XV.
Sin embargo, a finales del siglo, Joan Roiç de
Corella i Moncada, III conde de Cocentaina, venderá paulatinamente sus
posesiones del Vinalopó, y así, tras la venta de Aspe a la familia Cárdenas,
señores de Elche, procedió a la venta de la baronía de Elda ( Elda, Petrer y
Salinas) a D. Juan de Coloma, secretario personal del rey Juan II de Aragón y
su hijo Fernando II, mediante un precontrato de enajenación firmado en Alcalá
de Henares en 1.497, y que se hizo efectivo el 4 de Septiembre de 1.513 en la
ciudad de Valencia.
Por ello, en el siglo XVI se convierte en
residencia del recién creado Condado de Elda, quedando como propiedad señorial
el castillo y villa. Los nuevos Condes
de Elda lo transforman en un lujoso palacio renacentista y reforman asimismo el
antemural para asegurar mejor su defensa. Este carácter de residencia condal, y
lugar desde donde se administraba la jurisdicción señorial, permitió que el
castillo perviviera en pleno rendimiento durante los siglos XVI al XVIII, hecho
nada frecuente en el resto de fortificaciones de la cuenca del río Vinalopó,
cuya vida y función no fueron más allá del siglo XVI.
Durante la Guerra de Sucesión, los habitantes
de Elda apoyaron mayoritariamente la causa de Felipe V, mientras que el Conde
Coloma tomó partido por el archiduque Carlos.
Escudo de la ciudad de Elda
Estado
actual:
Se trata de un poblado cuya fortificación
queda atestiguada por las distintas murallas que se levantaron para su
protección.
Este hábitat de la Edad del Bronce queda definida por la cultura material en dos lugares distintos en torno al peñón. El primero, mas pequeño y seguramente menos relevante, se localiza encima mismo del peñón, aprovechando una pequeña y abrpta terraza de unos 25 m2 de extensión.
Este hábitat de la Edad del Bronce queda definida por la cultura material en dos lugares distintos en torno al peñón. El primero, mas pequeño y seguramente menos relevante, se localiza encima mismo del peñón, aprovechando una pequeña y abrpta terraza de unos 25 m2 de extensión.
Para poder acceder al interior de la citada
terraza, es necesario cruzar por una estrecha cornisa. Aquí son visibles
todavía algunos muros formando pequeños aterrazamientos en los que se conserva
relleno sedimentario intacto y abundante material arqueológico esparcido por la
superficie.
La otra zona de hábitat, donde existe una gran
zanja realizada por la Sección de Arqueología del Centro Excursionista Eldense
durante los años 70, se articula alrededor de la base del farallón rocoso,
escalonándose a base de largos muros paralelos a las curvas de nivel, formando
terrazas. A medida que ascendemos desde el piedemonte hasta la pequeña
explanación existente en la base del peñón, podemos observar la gran abundancia
de cerámica, fragmentos de molinos y restos de pellas de barro diseminados por
la ladera.
Lo más significativo de este yacimiento es la
existencia de hasta nueve cuevas naturales de enterramiento, que han sacado a
la luz diversos individuos que habitaron este poblado, y cuyo exponente máximo
fue el hallazgo, en la cueva nº 9, del cadáver de un niño enterrado con todo su
ajuar propio de esta época, y que se conserva en el Museo Arqueológico de Elda,
donde tiene una sala propia.
Sala del Niño de Bolón (Museo Arqueológico de Elda)
Galería
fotográfica: