Localización:
El Poblado Amurallado del Puente de la Jaud se halla situado en las afueras de la localidad de Elda, en la comarca alicantina del Vinalopó Mitjà.
El Poblado Amurallado del Puente de la Jaud se halla situado en las afueras de la localidad de Elda, en la comarca alicantina del Vinalopó Mitjà.
Localización en Google Maps
Vista del Poblado del Puente de la Jaud en Google
Está localizado en un cerro
que fue seccionado en su extremo, de modo transversal, por la vía férrea
Madrid-Alicante a mediados del siglo XIX, para dar paso al Puente del Sambo, aislando
un pequeño cerrito en el extremo SO, en el cual se hallan materiales
tardorromanos. Su extremo SE se corresponde al poblado de la Edad del Bronce.
Para llegar hasta el yacimiento nos
dirigiremos directamente al Puente del
Sambo, desde el acceso de la Estación del FF.CC. de Monóvar-Pinoso, en
dirección al río Vinalopó. Pasado el puente, y a unos 300 m. a nuestra
izquierda, sube un camino que llega hasta el paso a nivel del FF.CC. Aquí
dejaremos el vehículo, pues el poblado se encuentra frente al mismo.
Localización en el mapa topográfico
Historia:
Aparte de los asentamientos prehistóricos
datados en el Neolítico, este yacimiento del Puente de la Jaud corresponde a uno
de los más antiguos de Elda, ya que está datado como un poblado amurallado
adscrito a la Edad del Bronce (II milenio a.C.).
Hay vestigios de un asentamiento prehistórico
de la misma edad, así como de la época íbera y de la posterior romanización en
el Yacimiento Ibero-Romano de El Monastil, a sólo unos 7 km. de este poblado. (Ver entrada CA-200 en este mismo Blog).
Con la llegada del Islam a estas tierras, el
núcleo poblacional de El Monastil entra en decadencia y es abandonado
progresivamente. Sólo pervivirá, entre los siglos VIII-X una pequeña comunidad
musulmana de monjes-soldados en torno a una pequeña mezquita.
Pero breve fue el espacio de tiempo que
permaneció el castillo bajo dominio musulmán, pues a consecuencia del Pacto de
Alcaraz (1.243) la totalidad del reino musulmán de Murcia pasó a convertirse en
protectorado castellano.
En este tiempo sufriría el protagonismo que le
confirió el Valle de Elda, como zona fronteriza entre los dos reinos, viéndose
involucrada en los contínuos enfrentamientos entre ambos reinos cristianos a
finales de la Edad Media.
Con la retirada de las tropas castellanas, en
la primavera de 1.366, el rey Pedro IV de Aragón dentro de su política der pago
y agradecimientos, concede los señoríos de Elda y Novelda a Bertrand
Duguesclín. Sin embargo, este caballero francés devolverá sus posesiones a la
Corona, que volverá a conceder el castillo y lugar de Elda, junto con la
fortaleza de La Mola, a otro caballero mercenario, en este caso el noble inglés
Hugh de Calviley. Éste, a su vez, venderá en 1.378 el señorío de Elda y Aspe al
rey Pedro IV, integrándose de nuevo Elda como parte del Patrimonio Real de
Aragón.
Frente a esta inestabilidad política, bélica
y económica de los años precedentes, el último cuarto del siglo XIV y primero
del XV vendrá caracterizado por una marcada estabilidad, favorecida por la pertenencia
sucesiva de Elda al patrimonio de las reinas aragonesas doña Sibila de Forcia
(1.378-1.387), cuarta esposa de Pedro IV, y doña Violante de Bar (1.387-1.424),
esposa de Juan I. Ambas se preocuparán por la recuperación integral de la zona,
potenciando las obras de refuerzo y reforma del castillo, incrementando su
guarnición e iniciando su conversión en residencia aristocrática.
Durante el siglo XV es de suponer que el
castillo de Elda, sin perder el rasgo de plaza fuerte, fuera convertido en
residencia temporal primero de Doña Violante y posteriormente del primer conde
de Cocentaina durante sus estancias en sus posesiones valencianas más
meridionales. A este respecto recordamos que durante los 24 años comprendidos
entre 1.424, fecha de la compra de la baronía de Elda, y 1.448, fecha de la
adquisición del señorío contestano y su nombramiento como conde de Cocentaina,
Ximén Pérez de Corella debió residir frecuentemente en el castillo de Elda, por
ser esta villa, junto a Aspe, sus principales señoríos jurisdiccionales, y así,
en la primavera de 1.427 acogió al monarca aragonés Alfonso V en el castillo de
Elda, durante unas jornadas de caza en los antiguos pinares de Elda.
Por ello, en el siglo XVI se convierte en
residencia del recién creado Condado de Elda, quedando como propiedad señorial
el castillo y villa. Los nuevos Condes
de Elda lo transforman en un lujoso palacio renacentista y reforman asimismo el
antemural para asegurar mejor su defensa. Este carácter de residencia condal, y
lugar desde donde se administraba la jurisdicción señorial, permitió que el
castillo perviviera en pleno rendimiento durante los siglos XVI al XVIII, hecho
nada frecuente en el resto de fortificaciones de la cuenca del río Vinalopó,
cuya vida y función no fueron más allá del siglo XVI.
Escudo de la ciudad de Elda
Descripción:
En la partida rural de La Jaud, en la margen izquierda del río Vinalopó, se halla el
poblado sobre lo alto de la ladera de un cerro alargado orientado de NE a SO,
en las estribaciones occidentales del Monte
Bateig.
La gran pendiente de la ladera NO, unido a que
el cerro está rematado por un escarpe rocoso de unos pocos metros de altura y a
la proximidad del río, hacen que el acceso por la mencionada ladera sea
impracticable. Por el contrario, la ladera SE, donde se ubica el poblado, es de
pendiente suave y fácil subida.
Al lado derecho de la vía férrea viniendo
desde Alicante, el poblado de la Edad del Bronce ocuparía una amplia zona, a
juzgar por la dispersión de materiales y restos de estructuras constructivas.
En la cima de la vertiente SE existen tres
crestas escalonadas en las que se observa la existencia de materiales
arqueológicos. Pero es en la parte alta de la ladera SE donde la presencia de
registro arqueológico (cerámica, sílex, restos de fauna, molinos barquiformes y
pellas de barro blanquecino endurecido con improntas de ramas y esparto), nos
indica la ubicación concreta del poblado.
Éste se dispondría en sucesivos
aterrazamientos, evidenciados en los vestigios de muros, tanto en paralelo a
las curvas de nivel como transversales y en ángulo recto.
Un gran amurallamiento previo al aterrazamiento indica que puso tratarse de un poblado amurallado, aunque algunos dee los lienzos dan la impresión de que son muy posteriores. Aún así, esta ladera SE era la más practicable, por lo que es muy posible que la fortificación del poblado sea un hecho.
Un gran amurallamiento previo al aterrazamiento indica que puso tratarse de un poblado amurallado, aunque algunos dee los lienzos dan la impresión de que son muy posteriores. Aún así, esta ladera SE era la más practicable, por lo que es muy posible que la fortificación del poblado sea un hecho.
Sus dimensiones no superan los 500 m2. y su
subsuelo queda integrado en el Área de
Vigilancia Arqueológica de La Jaud (Elda).
TEXTOS:
Segura Herrero, G.- Jover
Maestre, F. J.(1997): “El poblamiento
prehistórico en el Valle de Elda (Alicante)”,
Colección L’Algoleja, C. E. L., Petrer.
Galería
fotográfica:
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