Localización:
La Fortaleza o Poblado Fenicio del Cabezo Pequeño de
Estany se encuentra en el término municipal de la localidad alicantina de Guardamar
del Segura, comarca del Baix Segura.
Localización en Google Maps
Vista del Poblado del Cabezo Pequeño de Estany en Google
El Cabezo Pequeño de Estany, respecto a otros yacimientos cercanos
Está localizada al Este de la población, a
unos 2 kilómetros, en la Partida de la
Rinconada, sobre el margen derecho
del río Segura, en un lugar llamado “Canyada
dels Estanys”, cercano a la Urbanización El Edén, en lo que era una cantera
de áridos ilegal abandonada a raíz de la excavación.
Mapa-Ruta al Poblado, según Julio Asunción
Localización en el mapa topográfico
Historia:
Aparte de los primeros asentamientos púnicos e
ibero-romanos de Guardamar del Segura, la construcción de la medina árabe,
preludio del desarrollo de la villa fortificada y castillo, el origen de esta
fortaleza es puramente islámica, fabricada con mampostería, tapial y sillarejo
árabes, de los que aun en la actualidad pueden verse algunos restos. Las
excavaciones demuestran el origen almohade de la fortificación.
Fue conquistada la fortaleza árabe en 1.264
por las tropas de Jaime I el Conquistador, siendo el origen de la ciudad amurallada
de finales del siglo XIII, cuando en 1.271 Alfonso X el Sabio funda la ciudad
como villa real de nueva planta. Jaime I llevó hasta ella repobladores
catalanes para tal fin. En 1.287, Jaime II comunica al Rais de Crevillente, a
quien pertenecía el castillo, la intención de establecer una población de
musulmanes en Guardamar, con privilegio especial de un mercado semanal.
La etapa de dominio castellano fue corta, ya que en el año 1.296 Jaime II anexiona Guardamar y su castillo a la corona de Aragón. Durante el siglo XIV, la villa de Guardamar se convierte en el puerto y plaza fuerte del litoral de Orihuela. En 1.331 es saqueada e incendiada por Raduán y, en 1.359, durante la Guerra de los Dos Pedros, la villa emplazada en el interior de las murallas es asaltada, incendiada y saqueada por las tropas de Pedro el Cruel.
La etapa de dominio castellano fue corta, ya que en el año 1.296 Jaime II anexiona Guardamar y su castillo a la corona de Aragón. Durante el siglo XIV, la villa de Guardamar se convierte en el puerto y plaza fuerte del litoral de Orihuela. En 1.331 es saqueada e incendiada por Raduán y, en 1.359, durante la Guerra de los Dos Pedros, la villa emplazada en el interior de las murallas es asaltada, incendiada y saqueada por las tropas de Pedro el Cruel.
Finalmente, en 1.368,
durante la guerra entre castellanos y aragoneses, fue reducida a la categoría
de aldea bajo la jurisdicción de Orihuela, bajo el dominio del reino de
Valencia, siendo llave y frontera con el reino de Murcia. Obtendría su
independencia de Orihuela a partir de
principios del siglo XVII.
Fue destruida la ciudadela y sus dependencias
por el famoso terremoto de marzo de 1.829, que asoló esta región, destruyendo
la mayoría de fortificaciones de la zona. Sus habitantes se instalaron a los
pies de su emplazamiento actual y sus restos utilizados como cantera.
De la primera época de asentamientos humanos
corresponde este yacimiento, anterior al asentamiento íbero de la zona, especialmente
el Poblado del Cabezo Lucero y su Necrópolis.
Escudo de la población de Guardamar del Segura
Estado
actual:
Plano del Poblado Fenicio del Cabezo Pequeño del Estany
Poblado Fenicio del Cabezo Pequeño del Estany (recreación)
Los trabajos de excavaciones arqueológicas
efectuadas en esta fortaleza han documentado una fortificación de tipo militar
construida en los albores de la llegada de los fenicios a las costas de
Guardamar del Segura. El yacimiento, descubierto de forma casual en una cantera de áridos ilegal que destruyó parte de la misma, fue excavada de urgencia por Antonio García Menárguez, director del Museo Arqueológico de Guardamar a finales de los años 80.
El Poblado del Cabezo Pequeño del Estany, cuya traducción correcta sería Cabezo Pequeño de la Albufera o de la Laguna, es un pequeño y estratégico poblado de la época de la colonización fenicia, dotado de sólidas instalaciones defensivas y de estructuras domésticas e industriales.
Los primeros trabajos arqueológicos, realizados en tres sectores diferentes durante el año 1.989, permitieron definir la secuencia estratigráfica del yacimiento y sus fases culturales, evaluando además los daños ocasionados por la cantera de áridos cercana al yacimiento (González Prats y García Menárguez, 2000).
El asentamiento se sitúa sobre un pequeño cabezo alargado de 26 metros de altitud s.n.m. y ocupa unos 3.000metros cuadrados de superficie, presentando una morfología de laderas suaves, menos en su parte oriental, que es mucho más pronunciada. El poblado adquirió durante la fase del Hierro Antiguo un complejo y potente sistema defensivo bien adaptado al terreno y que dejaba sólo libres los lados norte y noreste, en los que el cauce del río Segura servía como foso de defensa natural.
El poblado visualizaba un amplio sector del tramo final del río y de la bahía costera, controlando la comunicación entre el asentamiento fenicio de La Fonteta, próximo a la desembocadura del río y las áreas interiores a través del eje fluvial. Además de la fase del Hierro Antiguo, fechada entre los fines del siglo VIII a.C. y comienzos del siglo VI a.C., se documentó en el lugar otra fase, muy reducida espacialmente, correspondiente a época tardorrepublicana romana.
Pese a su parcial destrucción por la cantera citada, el sistema defensivo del poblado está formado por una potente y singular muralla con bastiones en saliente y estructura interior de "casamatas", de tipología constructiva oriental. En el interior del núcleo amurallado se documentaron viviendas angulares compartimentadas, donde se desarrollaron actividades de carácter doméstico y artesanal, destacando una importante industria metalúrgica.
La Fonteta, con la presente fortificación del Cabezo Pequeño del Estany, sería el foco de difusión y transmisión de productos, ritos y creencias característicos de la cultura cananeo-fenicia en el Sudeste de la Península Ibérica, explicando la presencia, pues, con igual fuerza que en Andalucía occidental, de la fase del Hierro Antiguo u Orientalizante, que caracteriza los desarrollos culturales indígenas de estas regiones.
La existencia de hipotéticas factorias comerciales fenicias en la desembocadura del río Segura era sospechada ya desde los años 70 del pasado siglo. Para Arteaga y Serna un centro "neurálgico" fenicio, situado en algún punto indeterminado en el triángulo Santa Pola-Guardamar/Torrevieja-Tabarca explicaría los expresivos materiales fenicios de Los Saladares.
Desde su inicio conviven en el yacimiento los productos torneados coloniales fenicios: ánforas y platos de barniz rojo, cerámicas grises y policromas, como las urnas "cruz del negro", etc., junto anlas cerámicas toscas y bruñidas hechas a mano, que definen el horizonte cultural del mundo indígena. La colonia fenicia costera, La Fonteta, junto a asentamientos de tipo fenicio, como el Castillo de Guardamar y el Poblado del Cabezo Pequeño del Estany, formarían un importante complejo urbano y territorial fenicio en la desembocadura, completado con la existencia en algunos enclaves orientalizantes de presencia directa fenicia (como el complejo de Peña Negra), ha servido para defender la existencia de un nuevo foco de presencia colonial de cronología arcaica, asimilable al resto de núcleos peninsulares meridionales, dentro de marcos cronológicos que la sitúan como una de las áreas con presencia fenicia más antigua en la Península Ibérica.
Los primeros habitantes del Cabezo del Estany regularon y acondicionaron la topografía original del mismo antes de instalar las diferentes estructuras. La muralla adquirió su mayor envergadura en la parte sur, alcanzando en algunos tramos los 5 metros de anchura. Su construcción se basaba en lienzos de muros paralelos, reforzados en su cara externa con un paramento en talud y en su cara interna con amplios contrafuertes. En su extremo occidental la muralla meridional presentaba un bastión de planta cuadrangular irregular de esquinas redondeadas.
El lienzo de muralla del lado oeste recibe otros muros de forma perpendicular, configurándose en planta una estructura de "pasillos y casamatas" a los que se accedía a través de vanos practicados en el paramento interno de la muralla mediante un arco curvo de mampostería. En el interior de estas estructuras se han documentado actividades relacionadas con la producción y el consumo de alimentos, si bien algunas de ellas fueron inutilizadas en un momento avanzado de la vida en el enclave.
En la cota más alta de la fortificación se define un espacio cerrado intramuros de forma trapezoidal con todo el aspecto de una pequeña acrópolis. El conjunto defensivo es de mampostería irregular, de arenisca y caliza , obtenida a pie de obra y trabada con mortero de barro lagunar y algas marinas, detectándose, al menos en la cara interna de los muros, un revoco de cal sobre el cuidadoso enlucido de barro.
Se han localizado algunas unidades de habitación en el yacimiento, construidas mediante zócalos de mampostería, alzados de adobe y pavimentos de tierra batida. Se trata al menos de cuatro departamentos agrupados de planta cuadrangular, uno de los cuales, mayor que el resto, tenía un banco corrido y hogar circular excavado en el subsuelo y apoyado en el zócalo de una de sus paredes. El probable abandono ordenado y pacífico del yacimiento dejó en el mismo una escasa cultura material, conviviendo la producción alfarera indígena, representada por piezas realizadas a mano, de pastas groseras y mal acabadas, con los productos torneados del horizonte colonial fenicio, como cuencos y platos de barniz rojo, ánforas, cerámicas policromas, como "pithoi" y urnas de Cruz del Negro, como hemos mencionado anteriormente.
Los recientes descubrimientos han sacado a la luz un posible establecimiento metalúrgico en el yacimiento, lo que explicaría la presencia de objetos de bronce, como agujas de cabeza cónica y un cuchillo de hoja curva, así como diversas joyas que presumiblemente serían dedicadas al comercio con otros lugares; también de documentan elementos de hierro, principalmente cuchillos afalcatados.
La pesca, el marisqueo y la recolección agrícola asegurarían la subsistencia de los pobladores del Cabezo del Estany, entre los que existiría además un interés por la exploración y el tanteo comercial que les llevaría a relacionarse con las comunidades indígenas más cercanas. Los indicios de esa actividad metalúrgica apuntan hacia el interés por la plata y otros metales, provenientes de las sierras de Orihuela y Callosa del Segura. En resumen: el Poblado del Cabezo Pequeño del Estany pudo ser un establecimiento filial del gran puerto fenicio de La Fonteta, que vigilaría el último tramo del eje fluvial que permitía acceder a dicha colonia.
Los primeros trabajos arqueológicos, realizados en tres sectores diferentes durante el año 1.989, permitieron definir la secuencia estratigráfica del yacimiento y sus fases culturales, evaluando además los daños ocasionados por la cantera de áridos cercana al yacimiento (González Prats y García Menárguez, 2000).
El asentamiento se sitúa sobre un pequeño cabezo alargado de 26 metros de altitud s.n.m. y ocupa unos 3.000metros cuadrados de superficie, presentando una morfología de laderas suaves, menos en su parte oriental, que es mucho más pronunciada. El poblado adquirió durante la fase del Hierro Antiguo un complejo y potente sistema defensivo bien adaptado al terreno y que dejaba sólo libres los lados norte y noreste, en los que el cauce del río Segura servía como foso de defensa natural.
El poblado visualizaba un amplio sector del tramo final del río y de la bahía costera, controlando la comunicación entre el asentamiento fenicio de La Fonteta, próximo a la desembocadura del río y las áreas interiores a través del eje fluvial. Además de la fase del Hierro Antiguo, fechada entre los fines del siglo VIII a.C. y comienzos del siglo VI a.C., se documentó en el lugar otra fase, muy reducida espacialmente, correspondiente a época tardorrepublicana romana.
Pese a su parcial destrucción por la cantera citada, el sistema defensivo del poblado está formado por una potente y singular muralla con bastiones en saliente y estructura interior de "casamatas", de tipología constructiva oriental. En el interior del núcleo amurallado se documentaron viviendas angulares compartimentadas, donde se desarrollaron actividades de carácter doméstico y artesanal, destacando una importante industria metalúrgica.
La Fonteta, con la presente fortificación del Cabezo Pequeño del Estany, sería el foco de difusión y transmisión de productos, ritos y creencias característicos de la cultura cananeo-fenicia en el Sudeste de la Península Ibérica, explicando la presencia, pues, con igual fuerza que en Andalucía occidental, de la fase del Hierro Antiguo u Orientalizante, que caracteriza los desarrollos culturales indígenas de estas regiones.
La existencia de hipotéticas factorias comerciales fenicias en la desembocadura del río Segura era sospechada ya desde los años 70 del pasado siglo. Para Arteaga y Serna un centro "neurálgico" fenicio, situado en algún punto indeterminado en el triángulo Santa Pola-Guardamar/Torrevieja-Tabarca explicaría los expresivos materiales fenicios de Los Saladares.
Desde su inicio conviven en el yacimiento los productos torneados coloniales fenicios: ánforas y platos de barniz rojo, cerámicas grises y policromas, como las urnas "cruz del negro", etc., junto anlas cerámicas toscas y bruñidas hechas a mano, que definen el horizonte cultural del mundo indígena. La colonia fenicia costera, La Fonteta, junto a asentamientos de tipo fenicio, como el Castillo de Guardamar y el Poblado del Cabezo Pequeño del Estany, formarían un importante complejo urbano y territorial fenicio en la desembocadura, completado con la existencia en algunos enclaves orientalizantes de presencia directa fenicia (como el complejo de Peña Negra), ha servido para defender la existencia de un nuevo foco de presencia colonial de cronología arcaica, asimilable al resto de núcleos peninsulares meridionales, dentro de marcos cronológicos que la sitúan como una de las áreas con presencia fenicia más antigua en la Península Ibérica.
Los primeros habitantes del Cabezo del Estany regularon y acondicionaron la topografía original del mismo antes de instalar las diferentes estructuras. La muralla adquirió su mayor envergadura en la parte sur, alcanzando en algunos tramos los 5 metros de anchura. Su construcción se basaba en lienzos de muros paralelos, reforzados en su cara externa con un paramento en talud y en su cara interna con amplios contrafuertes. En su extremo occidental la muralla meridional presentaba un bastión de planta cuadrangular irregular de esquinas redondeadas.
El lienzo de muralla del lado oeste recibe otros muros de forma perpendicular, configurándose en planta una estructura de "pasillos y casamatas" a los que se accedía a través de vanos practicados en el paramento interno de la muralla mediante un arco curvo de mampostería. En el interior de estas estructuras se han documentado actividades relacionadas con la producción y el consumo de alimentos, si bien algunas de ellas fueron inutilizadas en un momento avanzado de la vida en el enclave.
En la cota más alta de la fortificación se define un espacio cerrado intramuros de forma trapezoidal con todo el aspecto de una pequeña acrópolis. El conjunto defensivo es de mampostería irregular, de arenisca y caliza , obtenida a pie de obra y trabada con mortero de barro lagunar y algas marinas, detectándose, al menos en la cara interna de los muros, un revoco de cal sobre el cuidadoso enlucido de barro.
Se han localizado algunas unidades de habitación en el yacimiento, construidas mediante zócalos de mampostería, alzados de adobe y pavimentos de tierra batida. Se trata al menos de cuatro departamentos agrupados de planta cuadrangular, uno de los cuales, mayor que el resto, tenía un banco corrido y hogar circular excavado en el subsuelo y apoyado en el zócalo de una de sus paredes. El probable abandono ordenado y pacífico del yacimiento dejó en el mismo una escasa cultura material, conviviendo la producción alfarera indígena, representada por piezas realizadas a mano, de pastas groseras y mal acabadas, con los productos torneados del horizonte colonial fenicio, como cuencos y platos de barniz rojo, ánforas, cerámicas policromas, como "pithoi" y urnas de Cruz del Negro, como hemos mencionado anteriormente.
Los recientes descubrimientos han sacado a la luz un posible establecimiento metalúrgico en el yacimiento, lo que explicaría la presencia de objetos de bronce, como agujas de cabeza cónica y un cuchillo de hoja curva, así como diversas joyas que presumiblemente serían dedicadas al comercio con otros lugares; también de documentan elementos de hierro, principalmente cuchillos afalcatados.
La pesca, el marisqueo y la recolección agrícola asegurarían la subsistencia de los pobladores del Cabezo del Estany, entre los que existiría además un interés por la exploración y el tanteo comercial que les llevaría a relacionarse con las comunidades indígenas más cercanas. Los indicios de esa actividad metalúrgica apuntan hacia el interés por la plata y otros metales, provenientes de las sierras de Orihuela y Callosa del Segura. En resumen: el Poblado del Cabezo Pequeño del Estany pudo ser un establecimiento filial del gran puerto fenicio de La Fonteta, que vigilaría el último tramo del eje fluvial que permitía acceder a dicha colonia.
Las recientes labores de consolidación
acometidas por el Ayuntamiento de Guardamar, coordinadas por el propio Antonio
García Menárguez, con el apoyo de la Universidad de Alicante, permiten hoy contemplar la
parte conservada de la impresionante muralla, que presenta alzados superiores a
los 2 metros de altura en buena parte de su extensión. Esta muralla, erigida durante la primera mitad del siglo VIII a.C. presenta una estructura de compartimientos de tipo oriental, perfectamente modulada siguiendo los patrones fenicios.
En la imágenes aéreas se observa con claridad la organización y el tamaño del enclave, propio de las primeras instalaciones coloniales fenicias, así como la tipología de su sistema defensivo, que tienen su paralelismo más cercano en el Próximo Oriente, en yacimientos como Hazor o Queiyafa en Israel.
En la imágenes aéreas se observa con claridad la organización y el tamaño del enclave, propio de las primeras instalaciones coloniales fenicias, así como la tipología de su sistema defensivo, que tienen su paralelismo más cercano en el Próximo Oriente, en yacimientos como Hazor o Queiyafa en Israel.
A tenor de los materiales localizados, su
abandono “pacífico” se produjo posiblemente hacia el año 700 a.C. y, a la
espera de profundizar en las investigaciones, pudo ser consecuencia de uno o
varios factores: el crecimiento demográfico, la colmatación parcial del
estuario navegable del río Segura a su paso por la fortaleza o la sucesión de
diversos episodios sísmicos.
Los datos apuntan a que la población de la
fortaleza del Cabezo Pequeño de Estany se trasladó en esa fecha a un enclave de
mayor tamaño, y fuera posiblemente al Poblado Fenicio de La Fonteta, cercano al
Ribat califal.
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