Localización:
El castillo de Guardamar se localiza sobre un
cerro alargado a poniente de la actual población de Guardamar del Segura, en la
comarca del Baix Segura. El yacimiento da nombre a los
restos de una antigua ciudadela amurallada que, desde el siglo XIV hasta el
siglo XIX, albergó a los habitantes de esta población alicantina.
Localización en Google Maps
Vista del Castillo de Guardamar en Google
Ocupa el castillo un lugar estratégico en la
franja litoral del Bajo Segura, junto a la desembocadura del río Segura en el Mediterráneo. Ello ha determinado un
asentamiento humano prolongado desde la protohistoria hasta el siglo XIX. Se
han documentado restos materiales de época fenicia, un santuario ibero-romano y
varias sepulturas de época andalusí.
Para llegar hasta él, deberemos entrar al
Políg. Industrial Santa Ana, situado a
la izquierda de la carretera Alicante-Cartagena, a su paso por la población, en
la salida a tal efecto. A la derecha del polígono existe una subida hacia el
cerro donde está ubicado el castillo y, siguiendo la indicación de las señales,
llegaremos hasta los pies de la fortaleza. También hay un acceso desde el
interior de la población, aunque es más difícil que el expuesto.
Localización en el mapa topográfico
El azud árabe de Guardamar del Segura
Historia:
Aparte de los primeros asentamientos púnicos e
ibero-romanos del cerro, la construcción de la medina árabe, preludio del
desarrollo de la villa fortificada y castillo, el origen de esta fortaleza es
puramente islámica, fabricada con mampostería, tapial y sillarejo árabes, de
los que aun en la actualidad pueden verse algunos restos.
Fue conquistada la fortaleza árabe en 1.264
por las tropas de Jaime I el Conquistador, siendo el origen de la ciudad
amurallada de finales del siglo XIII, cuando en 1.271 Alfonso X el Sabio funda
la ciudad como villa real de nueva planta. Jaime I llevó hasta ella
repobladores catalanes para tal fin.
La etapa de dominio castellano fue corta, ya
que en el año 1.296 Jaime II anexiona Guardamar y su castillo a la corona de
Aragón. Durante el siglo XIV, la villa de Guardamar se convierte en el puerto y
plaza fuerte litoral de Orihuela. En 1.331 es saqueada e incendiada por Raduán
y, finalmente, en 1.368, durante la guerra entre castellanos y aragoneses, fue
reducida a la categoría de aldea bajo la jurisdicción de Orihuela, de la que
obtendría su independencia a partir de principios del siglo XVII.
Fue destruida la ciudadela y sus dependencias
por el famoso terremoto de marzo de 1.829, que asoló esta región, destruyendo
la mayoría de fortificaciones de la zona.
Escudo de la población de Guardamar del Segura
Estado
actual:
Vista panorámica de la fortaleza
Baluarte de la Pólvora
Vista general de la fortaleza de Guardamar
Grabado de la antigua fortaleza de Guardamar
Asentada
sobre un montículo en las cercanías de la desembocadura del río
Segura, con una clara vocación marítima y dotada de un embarcadero
del que salían productos tan codiciados como la sal y los cereales,
la villa de Guardamar se organizaba en torno a su fortaleza, situada
en la parte más elevada del cerro y del que partían las murallas
que rodeaban la población.
El castillo es un gran recinto fortificado de torres en saliente fabricadas en tapial con base de mampostería que las excavaciones arqueológicas realizadas han confirmado su origen de época almohade - primera mitad del siglo XIII - de la que pocos datos nos han llegado hoy en día. Gran parte de lo que podemos ver hoy se construye cuando Guardamar y su castillo se convierten en villa, reconocida en el año 1.307, tras la anexión aragonesa del Reino de Murcia por parte del rey Jaime II.
Las pruebas arqueológicas nos indican que cuando se produce la anexión, la villa carecía de murallas, al menos de obra. Sabemos que en el año 1.304, Pere Serc, como representante del Consejo de Guardamar, solicita al rey permiso para construir una muralla con la que protegerse de los ataques del cercano Reino de Granada. Será el lugarteniente aragonés Pere López de Rufes quien levante el recinto inferior, disponiendo varias torres de planta rectangular en saliente, empleando la sillería encadenada y relleno de mampostería. La desidia de sus alcaides, el ataque de la flota nazarí en el año 1.331 y el asedio castellano del año 1.359 durante la Guerra de los Dos Pedros, provocan un lento y paulatino deterioro del castillo, llegando incluso las autoridades municipales de Orihuela proponer su derribo en el año 1.382 y su posterior edificio en la vecina Rojales, zona más segura por su situación interopr, frente a la ubicación costera que dificultaba su defensa.
Sin embargo, actividades como la recolección de la sosa y el junquillo, la comercialización de la pesca y los cereales, la regulación de los pastor, la exportación de sal y el necesario control del cargador de Guardamar, obligaron a mantener la plaza, que se convertirá en la villa más activa para el comercio mercantil del término de Orihuela (Barrio Barrio,2010), recuperando poco a poco toda la población perdida hasta completar el espacio residencial del interior de la fortaleza en el siglo XV (García Menárguez,2010).
La bonanza económica de Guardamar llama poderosamente la atención de los navíos berberiscos durante el siglo XVI, sufriendo ataques y desembarcos, como el ali 1.543, donde los habitantes de Guardamar debieron hacer frente al ataque de Salah Raïs; o el intento de asalto del año 1.553 con el aviso de 46 velas de moros (Requena Amoraga,1997). Como respuesta a estos ataques, se conserva una carta del rey Felipe II dirigida a Orihuela, comunicando que el Duque de Segorbe mandaba al Maestre Racional y al ingeniero militar Antonelli il Vecchio a visitar la villa para que: "...vean y tracen la fortificación que les pareciera convenir y ser necessaria...". Antonelli concluye en su memorial del año 1.562 que la plaza "...está cercada a la antigua y hace pocos años antes también reparado en algunos lugares, pero mal entendidos. Guardamar es pequeño pero mal reparado..." (Beviá García, Camarero Casas,1998).
De esta época podemos destacar la tenaza que se construye en el frente noroeste, formada por dos baluartes pequeños que dominaban el río Segura; uno de ellos, el llamado Baluarte de la Pólvora, se construye sobre los restos de un torreón medieval anterior (Menéndez Fueyo,2011). El sistema constructivo empleado parece propio del propuesto por Antonelli para la segunda mitad del siglo XVI, con un muro exterior que envuelve el torreón medieval y que es rellenado por grandes contrafuertes y huecos terraplenados. Los trabajos de excavación previos a la restauración del baluarte, realizados en los años 80 del siglo XX, pusieron al descubiertotoda la información de la estrategia constructiva empleada, en el que aparecen los típicos tapiales calicastrados pertenecientes a la obra medieval, la mampostería que forma los contrafuertes y la sillería reutilizada que se coloca en el muro cara vista (Beviá García, Camarero Casas,1988).
El castillo es un gran recinto fortificado de torres en saliente fabricadas en tapial con base de mampostería que las excavaciones arqueológicas realizadas han confirmado su origen de época almohade - primera mitad del siglo XIII - de la que pocos datos nos han llegado hoy en día. Gran parte de lo que podemos ver hoy se construye cuando Guardamar y su castillo se convierten en villa, reconocida en el año 1.307, tras la anexión aragonesa del Reino de Murcia por parte del rey Jaime II.
Las pruebas arqueológicas nos indican que cuando se produce la anexión, la villa carecía de murallas, al menos de obra. Sabemos que en el año 1.304, Pere Serc, como representante del Consejo de Guardamar, solicita al rey permiso para construir una muralla con la que protegerse de los ataques del cercano Reino de Granada. Será el lugarteniente aragonés Pere López de Rufes quien levante el recinto inferior, disponiendo varias torres de planta rectangular en saliente, empleando la sillería encadenada y relleno de mampostería. La desidia de sus alcaides, el ataque de la flota nazarí en el año 1.331 y el asedio castellano del año 1.359 durante la Guerra de los Dos Pedros, provocan un lento y paulatino deterioro del castillo, llegando incluso las autoridades municipales de Orihuela proponer su derribo en el año 1.382 y su posterior edificio en la vecina Rojales, zona más segura por su situación interopr, frente a la ubicación costera que dificultaba su defensa.
Sin embargo, actividades como la recolección de la sosa y el junquillo, la comercialización de la pesca y los cereales, la regulación de los pastor, la exportación de sal y el necesario control del cargador de Guardamar, obligaron a mantener la plaza, que se convertirá en la villa más activa para el comercio mercantil del término de Orihuela (Barrio Barrio,2010), recuperando poco a poco toda la población perdida hasta completar el espacio residencial del interior de la fortaleza en el siglo XV (García Menárguez,2010).
La bonanza económica de Guardamar llama poderosamente la atención de los navíos berberiscos durante el siglo XVI, sufriendo ataques y desembarcos, como el ali 1.543, donde los habitantes de Guardamar debieron hacer frente al ataque de Salah Raïs; o el intento de asalto del año 1.553 con el aviso de 46 velas de moros (Requena Amoraga,1997). Como respuesta a estos ataques, se conserva una carta del rey Felipe II dirigida a Orihuela, comunicando que el Duque de Segorbe mandaba al Maestre Racional y al ingeniero militar Antonelli il Vecchio a visitar la villa para que: "...vean y tracen la fortificación que les pareciera convenir y ser necessaria...". Antonelli concluye en su memorial del año 1.562 que la plaza "...está cercada a la antigua y hace pocos años antes también reparado en algunos lugares, pero mal entendidos. Guardamar es pequeño pero mal reparado..." (Beviá García, Camarero Casas,1998).
De esta época podemos destacar la tenaza que se construye en el frente noroeste, formada por dos baluartes pequeños que dominaban el río Segura; uno de ellos, el llamado Baluarte de la Pólvora, se construye sobre los restos de un torreón medieval anterior (Menéndez Fueyo,2011). El sistema constructivo empleado parece propio del propuesto por Antonelli para la segunda mitad del siglo XVI, con un muro exterior que envuelve el torreón medieval y que es rellenado por grandes contrafuertes y huecos terraplenados. Los trabajos de excavación previos a la restauración del baluarte, realizados en los años 80 del siglo XX, pusieron al descubiertotoda la información de la estrategia constructiva empleada, en el que aparecen los típicos tapiales calicastrados pertenecientes a la obra medieval, la mampostería que forma los contrafuertes y la sillería reutilizada que se coloca en el muro cara vista (Beviá García, Camarero Casas,1988).
Junto
a la muralla aparecieron dos torreones de planta rectangular
separados entre ellos unos 50 metros de distancia y unidos por un
lienzo de muralla. Los cubos presentan una altura de 2,50 metros y
3,50 metros, teniendo un ligero alambor o talud en la parte inferior
y las esquinas reforzadas con sillería. Estos torreones han sido
situados cronológicamente en la mitad del siglo XIV, lo que podría
relacionarse seguramente con los momentos posteriores al ataque
castellano del año 1.359 que acabó con la fortificación y obligó
a su reconstrucción. Como expone el arqueólogo Antonio García
Menárguez (2010), la destrucción y abandono de la ciudadela se
produjo como consecuencia de los terremotos del año 1.829, obligando
a sus habitantes a desplazarse al llano y a construir una población
de planta nueva, y a una reutilización masiva de los materiales de
construcción de la antigua villa para construir la nueva trama
urbana que han hecho del castillo hasta tiempos recientes la
principal cantera de suministro de materiales. Esta situación se vio
agravada en los años 60 del siglo XX por la construcción de un
depósito de agua potable, que destruyó los restos de la antigua
iglesia, la puerta de acceso a la villa, la torre que la flanqueaba
en la muralla norte y, probablemente, uno de los baluartes de la
tenaza renacentista.
Sin embargo, la adquisición como propiedad municipal del castillo y los trabajos de conjunto realizados por la Escuela-Taller del Ayuntamiento de Guardamar desde 1.987, han permitido la recuperación y rehabilitación del edificio más emblemático, el Baluarte de la Pólvora, y de todo el sistema de torreones y murallas de la fachada de levante, la muralla del frente meridional y gran parte de la de poniente. Con todas estas actuaciones, se ha podido conseguir recuperar la fisonomía defensiva del recinto y amortiguar su proceso de deterioro con vistas a conseguir en las sucesivas actuaciones que se lleven a cabo su valorización histórica y cultural.
Sin embargo, la adquisición como propiedad municipal del castillo y los trabajos de conjunto realizados por la Escuela-Taller del Ayuntamiento de Guardamar desde 1.987, han permitido la recuperación y rehabilitación del edificio más emblemático, el Baluarte de la Pólvora, y de todo el sistema de torreones y murallas de la fachada de levante, la muralla del frente meridional y gran parte de la de poniente. Con todas estas actuaciones, se ha podido conseguir recuperar la fisonomía defensiva del recinto y amortiguar su proceso de deterioro con vistas a conseguir en las sucesivas actuaciones que se lleven a cabo su valorización histórica y cultural.
Después de una
reconstrucción parcial de la villa amurallada, los trabajos de excavación arqueológica siguen en la actualidad, especialmente en la zona norte de la la
ciudadela, que se encuentra vallada alrededor del Baluarte de la Pólvora.
Con la aparición de la pólvora y el incremento
de la artillería, se desarrolló un nuevo sistema defensivo para la ciudadela
amurallada, de tipo abaluartado de época renacentista. En esta fase, se hizo un
retranqueo de la muralla, una vez desmochados totalmente los torreones
bajomedievales y la construcción del Baluarte de la Pólvora, al norte,
adecuando una tenaza renacentista en la parte noroeste.
El estado actual del recinto abaluartado es
impecable, sobre todo visto desde la población. En su interior se ven
actualmente los restos de muchas dependencias y muralla interior, destacando un
basamento circular, con escaleras de acceso por sus cuatro caras y con un
precioso suelo decorado con pequeñas piedras ovaladas de distintos tamaños
formando un vistoso mosaico.
Los torreones situados en la parte que dan al
mar son un privilegiado mirador desde donde se disfruta de unas magníficas
vistas de la población actual y su entorno. Sin duda una maravilla muy
recomendada para visitar.
Torre del Homenaje
Mampostería de la muralla
Imágenes de la Muralla Este
Imágenes del Patio de Armas
Imágenes del pavimento central
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