Localización:
La Fortaleza de Bernia, también conocida como el Fort de Bernia, se encuentra
situada en las estribaciones al sur de la Sierra de Bernia, en el término
municipal de Callosa d´En Sarriá, municipio alicantino de la comarca de la
Marina Baixa. Algunos autores lo citan como perteneciente a Altea, pero una
vista al mapa topográfico nos saca de dudas, ya que su situación está sin duda
alguna en el término de Callosa d´Ensarriá.
Localización en Google Maps
Vista de la fortaleza en Google Maps
Para admirar esta fortaleza es necesario ir
andando hasta ella. No hay otro remedio, pues se encuentra en la misma sierra y
no hay acceso más que por un sendero que parte del Caserío de Bernia, al que se
llega por la carretera comarcal CV-749 saliendo de la autopista A-7 en la
salida de Benissa, hacia la localidad de Pinos. Desde el caserío, sale un
sendero hacia el noroeste que nos lleva hasta la fortaleza en 45 minutos, con
un recorrido digno de realizar.
Localización en el mapa topográfico
Historia:
La Fortaleza de Bernia fue
construida en el siglo XVI por orden real del rey Felipe II, en su intento de
prevenir nuevos alzamientos de los moriscos que habitaban las comarcas
adyacentes a su ubicación.
Dada su privilegiada ubicación, también
cumplía la función de puesto de vigía frente a las incursiones piratas por mar,
puesto que desde ella se divisaba toda la costa desde Benidorm hasta Calpe.
La construcción de la fortaleza fue realizada
siguiendo el estilo italianizante de la época, y para tal fin se contaron con
los servicios del arquitecto militar Juan Bautista Antonelli.
A partir del año 1.612 fue desmantelado, ya
que su aprovisionamiento era muy difícil por lo remoto de su ubicación y,
terminadas las revueltas moriscas, por la expulsión de los mismos, junto al
hecho de remitir las incursiones de los piratas berberiscos en la zona, su
utilidad quedó muy mermada.
A partir de estas fechas, la fortaleza fue
abandonada a su suerte y poco a poco fue desmoronándose hasta llegar al estado
actual.
Escudo de la población de Callosa d´Ensarriá
Estado
actual:
Fortaleza de Bernia (vista aérea)
Enclavado
en la sierra de Bernia, entre el Barranco de Sacos y el Cabo Toix, en
una plataforma abrupta y de fácil acceso desde las Casas de Bernia,
pero altamente estratégica , a unos 980 metros sobre el nivel del
mar, se encuentran los restos de una de las fortificaciones
renacentistas más fascinantes que se encuentran en la provincia de
Alicante. En el año 1.526 un gran número de musulmanes de las
morerías de la zona, se negaron a recibir el bautismo y a apostatar
del Islam, y se hicieron fuertes durante un corto tiempo en esta
sierra. Fueron estos hechos los que llevaron al ingeniero militar
italiano Giovanni Bautista Antonelli il Vecchio a aceptar el encargo
del rey Felipe II de construir un fuerte que impidiese la
concentración morisca, en caso de sublevación. En el año 1.561
Antonelli entrega al rey, junto al memorial para la defensa de la
costa que le había encargado, dos informes específicos relativos a
Bernia en los que hace una detallada descripción topográfica de la
montaña, acompañando planos y perspectivas. Felipe II se había
interesado vivamente por el proyecto y tenía enorme prisa en
finalizar las obras metiendo mucha presión al ingeniero para verlo
terminado.
Plano del Fuerte de Bernia
En la foto superior observamos el alzado de la planta de este fortín, que puede también observarse en la fotografía aérea anterior.
Las
obras se concluyen el 27 de agosto de ese mismo año (León Vidal,
2008), dejando ubicado en la cresta de la sierra, un edificio de
cuatro bastiones de forma pentagonal, de 25 metros de longitud,
levantados en tapial con arranques de mampostería desvastada, de una
enorme anchura con más de 100 metros por cada uno de sus lados y una
superficie cercana a los 7.750 metros cuadrados. Cada uno de los
baluartes, estaban pensados para albergar en su parte más elevada
una garita así como unas rampas que conectasen los baluartes
superiores con los inferiores, haciendo más rápida la comunicación
interna para los defensores. Entre cada uno de los baluartes y, como
unión entre ellos, Antonelli establece cuatro lienzos con una
longitud entre 15 y 16,50 metros convirtiendo el fortín en un
edificio muy simétrico al disponer de un patio central, de planta
cuadrangular que actuaría como plaza de armas.
Perimetrando
la construcción, el ingeniero dispone un foso, una solución
sencilla y práctica, aunque más propia de las defensas medievales,
en la idea de aislar el acceso y dificultar la zapa y tormentaria en
la base de los baluartes. El acceso se hacía por tres lugares
diferentes: el primero, por la puerta principal, de ingreso directo a
la que se accedía por un puente levadizo de cadenas que salvaba el
foso. El segundo se habilita por un puente menor, también levadizo
pero de cuerdas, cuya ubicación no es sencilla y que para algunos
autores, debería de encontrarse en el interior mismo de la
fortaleza, para salvar la defensa compartimentada que existiese entre
las diferentes plantas de la misma. Un tercer acceso parece que se
encontraría en el subsuelo, a modo de poterna y ubicado en el
extremo contrario al de la puerta principal, cruzando el baluarte con
el aljibe y el lienzo que rodea el foso, como reflejan las plantas
originales de la construcción. El fortín contaba inicialmente con
una torre que parece actuar de albarrana, avanzada y exenta de la
construcción, aunque su emplazamiento en los planos es un
interrogante ya que los restos de una obra de 14 x 12 metros de forma
casi cuadrangular, se ha identificado en algunos trabajos como una
construcción medieval anterior al levantamiento de la fortaleza
(León Vidal, 2009).
Las
estancias interiores van a quedar organizadas en estancias que
perimetran el patio de armas, dispuestas en dos plantas, a las que se
accedería desde el mismo patio, quedando el segundo nivel a la
altura de las plataformas de los baluartes, con lo que la obra
interior nunca sobresaldría por encima del nivel del parapeto. El
fortín debía contar con un horno, así como espacios residenciales
para tropa y mandos, las estancias del veedor, e incluso una iglesia,
ubicados en el nivel superior cubiertos por tramos con bóvedas de
cañón que aún hoy en día se conservan en pie, dando la
característica imagen de ruina histórica que hoy se puede apreciar.
La
conclusión del fuerte de Bernia parecía un gran logro de tiempo y
eficacia administrativa. Los informes del ingeniero hablan de una
obra modelo, trazada “ a lo moderno “ el último grito en cuanto
a fortificación defensiva. El rey podía estar contento. Sin
embargo, los costes fueron muy elevados ya que la abrupta ubicación
del lugar escogido para construir la fortificación obligó a
desplazar gran cantidad de material y equipo para su construcción.
Sin
embargo, cuando en 1.575 es nombrado virrey Vespasiano Gonzaga inicia
una inspección a todas las fortificaciones del reino, poniendo
especial énfasis en las que están situadas sobre el mar o muy cerca
de él. Referente a Bernia, el virrey y reputado especialista en
fortificaciones realiza un informe en el que desmonta punto por punto
todos los logros de la obra del ingeniero italiano, llegando a
burlarse hasta de su apariencia exterior según se acercaba a ella
indicando que “...de lexos pareçe una hermita de Monserrate...”.
Pero no acaban aquí las críticas. El informe ofrece una obra
considerada a los ojos del virrey como “...que no puede ser en el
mundo peor...”. Se ha hablado de celos profesionales, ya que
Gonzaga y Antonelli compartieron viaje en la inspección del año
1.561, hablándose de competencia entre expertos, cosa también
probable dado los amplios conocimientos del virrey en materia
militar. Las críticas a la fortificación vienen incluso del
mismísimo Consejo de Aragón, que en año 1.587, aconseja al rey la
conveniencia del derribo (Beviá y Camarero,1988).
Sólo
surgen algunas voces favorables a su mantenimiento de aquellos que
han estado viviendo en dicha fortificación como el que detentó
durante siete años el mando de alcaide de la plaza, Juan Bautista de
Urteaga, quien, en 1.612, hace constar en un escrito que era una de
las mejores fortificaciones que jamás hubiera visto nunca (Pastor
Fluixá, 1986). Sin embargo, a pesar de estas voces, el rey Felipe
III ordena desmantelar el fuerte el 17 de julio de 1.612, quedando a
merced de las inclemencias climáticas y de los que desmantelaron
poco a poco sus instalaciones hasta dejarlo en las condiciones tan
ruinosas que ostenta en la actualidad (Beviá y Camarero, 1988).
La Fortaleza de Bernia se encuentra en la
actualidad prácticamente en ruinas, tras su abandono en el siglo XVII. No
obstante, aún pueden observarse numerosos restos de su esplendoroso pasado.
Diversos lienzos de murallas, varios elementos
de construcciones auxiliares abovedadas, algunos fosos y pequeñas torres son
observables en la actualidad, que ofrecen una detenida visita para los amantes
de las construcciones militares medievales.
La visita al Fort de Bernia es obligada para
todos los senderistas que realizan el trayecto del sendero de pequeño recorrido
PRV-007, que parte del Caserío de Bernia para recorrer la sierra, con la
especial parada en El Forat, una cavidad natural que atraviesa los farallones
de las cumbres de Bernia, y desde la que
hay una inigualable vista de la bahía de Altea, la cala del Albir, la Sierra
Helada y el propio Benidorm, que bajo ningún concepto nadie que se sienta
alicantino de veras debería perderse.
Galería
fotográfica:
Visita del 21-11-2.018 (Fotos de Fco. Javier Alonso Martín)
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