El Castillo de Santa Bárbara
es sin duda la más importante edificación de índole militar que se ubica en la
ciudad de Alicante, capital de la provincia y núcleo turístico de primer orden
nacional. Pertenece a la comarca homónima L´Alacantí (nombre valenciano) y se sitúa a
orillas del Mar Mediterráneo, siendo además capital de la Costa Blanca.
Localización en Google Maps
Vista del Castillo de Santa Bárbara en Google
El castillo de Santa Bárbara domina toda la
ciudad desde su posición elevada, ya que está ubicado en el contorno del
Benacantil, monte emblemático que se sitúa en la actualidad en el centro del
casco urbano, dividiendo la ciudad en dos partes y cercano a la playa del
Postiguet.
Es precisamente aquí donde se encuentra , en
la base de la montaña, el túnel de acceso a los ascensores que nos elevan hasta
la cumbre del Benacantil y la entrada a la fortaleza, precisamente enfrente del
comienzo del paseo del Postiguet, anexo a la misma playa y frente al Aparthotel
Meliá.
Puerta de acceso a los ascensores desde el Postiguet
También es posible su acceso en coche,
siguiendo las señales que a tal efecto existen en la ciudad, y para ello nos
dirigiremos al “scalextric” que se
sitúa al final de la playa del Postiguet, y que nos cambia la dirección hacia
el centro de la ciudad. Tras la siguiente rotonda, a la izquierda, encontramos
el camino de acceso al castillo.
Plano de visita del Castillo de Santa Bárbara
Localización en el mapa topográfico
Los orígenes de Alicante se centran en el
asentamiento Lucentum, en la Albufereta, primer vestigio de poblamiento romano en
la comarca de Alicante, según se desprende de las actuaciones arqueológicas
efectuadas, sin contar con algún asentamiento de la Edad del Bronce y de época íbera, especialmente en la Illeta dels Banyets, en El Campello.
Con la dominación romana, los pobladores
“romanizados” se trasladan a lo que en la actualidad es el barrio alicantino de
Benalúa, donde se han encontrado restos de los primeros asentamientos acaecidos
en la capital alicantina. Posteriormente, tras la dominación árabe, los
conquistadores construyeron la “Medina Al
Laquant”, seguro origen del nombre de Alicante.
Sus orígenes, como ciudad, por tanto son árabes, ya que la medina islámica se formó alrededor del Banacantil, y la fortaleza musulmana se construyó en la cumbre del mismo. Posteriormente, distintas fases de construcción delatan sus ampliaciones dada su creciente importancia como plaza fuerte del Islam.
Sus orígenes, como ciudad, por tanto son árabes, ya que la medina islámica se formó alrededor del Banacantil, y la fortaleza musulmana se construyó en la cumbre del mismo. Posteriormente, distintas fases de construcción delatan sus ampliaciones dada su creciente importancia como plaza fuerte del Islam.
La famosa "Cara del Moro"
Inicialmente el poblado
árabe, en las laderas de la montaña, se fue dotando de distintas
fortificaciones, hasta que el castillo y la medina se ampliaron por toda la
montaña. Posteriormente, las fuerzas cristianas, una vez reconquistado,
siguieron su ampliación, incorporando a sus cimientos nuevas murallas, torres y
recintos fortificados.
Cañón en la muralla
Durante la reconquista, la ciudad y su
fortaleza fueron rendidos por las tropas almohades al infante castellano
Alfonso, primogénito del rey Fernando III. En los años posteriores, y en los
confusos pactos y hechos de armas que relacionaron musulmanes, castellanos y
aragoneses, la plaza se sublevó y de nuevo tuvo que tomarla por las armas en
aún infante Alfonso. Tal conquista se consolidó el 4 de noviembre de 1.248,
festividad de Santa Bárbara, de la que tomó su nombre en conmemoración del tal
efeméride, cuando el castillo al fin pasó a manos cristianas, aunque no estaría
definitivamente en poder castellano pues en el el año 1.261, siendo ya rey
Alfonso X el Sabio, la rebelión musulmana tomó de nuevo la fortaleza,
extendiéndose la sublevación a otros territorios limítrofes.
Debería ser Jaime I quien, en esta ocasión,
recuperase para los reinos cristianos la plaza, sofocando así la rebelión
musulmana, y en los Pactos de 1.304, acordados entre el rey Dionisio de
Portugal, el infante Juan de Castilla y el obispo de Zaragoza, los territorios
de L´Alacantí se incorporaron al Reino de Valencia.
Durante la contienda militar mantenida entre
Pedro de Aragón y Valencia, y Pedro de Castilla (denominada Guerra de los Dos Pedros), el castillo
de Santa Bárbara estuvo en manos castellanas y aragonesas de forma alternativa.
Finalmente, al abandonarlo las fuerzas castellanas en 1.366, el castillo se
encontraba en estado ruinoso.
A principios del siglo XV, el rey Martín el
Humano acometió nuevas obras de recuperación del Castillo de Santa Bárbara. En
los inicios del siglo XVI, la irrupción de la artillería, sus usos y
estrategias, eran un hecho consumado, y en castillo se adaptaron las nuevas
innovaciones de forma temprana.
Durante el reinado de Carlos I se reiniciaron
nuevas obras de fortificación del castillo, y existe la constancia documental
del envío, a mediados del siglo XVI, de doce cañones con destino al mismo. En
esta misma época, y dada la gran envergadura de la fortaleza, se le
incorporaron nuevas edificaciones que aseguraban la posibilidad de mantener una
fuerza armada de unos diez mil hombres.
En el siglo XVI serían muchas las escaramuzas
y batallas que se librarían desde Santa Bárbara contra las incursiones piratas.
Éstas provenían de los corsarios berberiscos y conducirían a que el rey Felipe
II ordenase nuevas y más potentes fortificaciones en el castillo. Los
ingenieros franceses e italianos desarrollaron nuevas técnicas de defensa y
fortificación adaptadas al uso artillero, y por ello el rey encargó a los
ingenieros italianos Fratín y Antonelli el proyecto de reconstrucción y
adaptación del castillo, edificándose nuevos fortines, fosos, murallas,
torreones, etc., destinados a utilizar y resistir más eficazmente la guerra
apoyada en la artillería. Las nuevas obras de acondicionamiento se llevaron a
cabo a finales del siglo XVI, incrementándose notablemente el perímetro de la
fortaleza. No obstante, en esta nueva reestructuración, desaparecieron importantes
restos del amurallamiento árabe original.
A mediados del siglo XVII se acometieron otras
reformas y se le volvió a incorporar más capacidad de fuego artillero. En
1.691, el castillo sufrió una de sus mayores pruebas de fuego, cuando una
escuadra del rey francés Luis XIV puso sitio a la ciudad. Ante la negativa de
rendición, se inició el asalto y consecuente duelo artillero entre las fuerzas
navales atacantes y las fuerzas resistentes de la fortaleza. El sitio duró una
semana y el castillo sufrió serios daños, finalizando el asedio con el abandono
de la fuerza francesa ante la llegada de las fuerzas navales españolas que
acudían en apoyo a la ciudad.
Durante la Guerra de Sucesión, la fortaleza
estuvo continuamente asediada, relatándose tres importantes acciones de armas
en pocos años: la primera, en Agosto de 1.705 en la que las tropas de Felipe V
rechazaron el asalto de las fuerzas del archiduque Carlos. La segunda, el 9 de
Enero de 1.706, en que las tropas del archiduque volvieron a intentar la
rendición de la fortaleza sin éxito. Finalmente, el 8 de Julio de ese año, las
fuerzas del archiduque iniciaron un largo asedio por tierra y por mar que
concluyó con la toma de la fortaleza el 6 de Septiembre. Fue ésta una de las
épocas de más protagonismo del Castillo de Santa Bárbara.
A pesar del fracaso en la Batalla de Almansa,
la fortaleza quedó en poder de los aliados hasta bien entrado el año 1.708. A
principios de diciembre de este año, las tropas de Felipe V sitiaron la ciudad
de Alicante, consiguiendo su rendición en la mañana del día 7 de ese mes.
Sucumbió la ciudad, pero no su castillo, que, bien defendido y con numerosa
tropa, resistió el asalto.
El carácter probado de la
inexpugnabilidad de Santa Bárbara obligó
a las tropas borbónicas a plantearse otras alternativas, decidiéndose por la
voladura de la fortaleza. Aquí se inicia una de las más épicas gestas militares
libradas en este castillo. El general francés D´Ansfeld ordenó la preparación
de una mina a una profundidad de veinte
metros y casi cien mil libras de pólvora. Con esta evidente amenaza se conminó
a los defensores su inmediata rendición y, ante la negativa de éstos, se
decidió la voladura en los últimos días de febrero o los primeros de marzo de
1.709.
La explosión destruyó una gran parte de la
fortaleza, y las grandes rocas desprendidas y lanzadas por los aires,
ocasionaron importantes daños en la fortaleza y la ciudad, siendo muy numerosas
las bajas humanas entre la oficialidad y la tropa resistentes. No obstante, los
defensores, en número superior al medio millar, no se rindieron hasta mediados
de abril, momento en que las circunstancias eran sumamente precarias. Tras la
rendición, las fuerzas aliadas abandonaron la fortaleza con honores y
desfilando ante la formación de las tropas borbónicas asaltantes.
Durante la Guerra de la Independencia, la fortaleza hizo frente, con su poder artillero, a algunos asaltos de las tropas francesas. En esta época, un hecho fortuito prendió fuego a las reservas de pólvora del castillo, provocando una enorme explosión que destruyó parcialmente sus instalaciones. A partir de ello, su importancia declinó rápidamente, siendo desartillado definitivamente en 1.893. Después sirvió como prisión militar en tiempos de Jovellanos y el general Elio, entre otros.
Durante la Guerra de la Independencia, la fortaleza hizo frente, con su poder artillero, a algunos asaltos de las tropas francesas. En esta época, un hecho fortuito prendió fuego a las reservas de pólvora del castillo, provocando una enorme explosión que destruyó parcialmente sus instalaciones. A partir de ello, su importancia declinó rápidamente, siendo desartillado definitivamente en 1.893. Después sirvió como prisión militar en tiempos de Jovellanos y el general Elio, entre otros.
Antiguo cañón
Escudo de la ciudad de Alicante
Estado
actual:
El Castillo de Santa Bárbara fue declarado
Monumento Nacional Histórico el 7 de Marzo de 1.929, pero antes fue cedido al
Ayuntamiento de Alicante por el rey Alfonso XIII el 4 de octubre de 1.928.
A partir de esta fecha, el castillo ha vivido
una época de esplendor al acometerse en él todas las reformas necesarias que
han permitido su total restauración, siendo un ejemplo magnífico de la
recuperación del patrimonio arquitectónico-militar de la Comunidad Valenciana.
Hoy en día, el castillo se encuentra
perfectamente restaurado, con muchísimos de sus orígenes, aunque como es de
pensar, distando algo de sus pretéritos lugares dado el avatar de su devenir,
aunque es fácil observar las distintas etapas de su construcción y posterior
evolución.
Accesos al castillo por carretera
En el año 917 a.C. “ al
Sayd al Aslami” gobernador de la plaza se sublevó contra el califa Abd
al-Rahman III oponiéndose al pago de impuestos y se encastilló durante nueve
meses de asedio hasta su rendición. De esta época no queda nada en la
actualidad, conociendo sólo la disposición de los recintos: el superior o
“celoquia”, formado por una torre de considerables proporciones, rodeada de un
perímetro poligonal de muralla encintada de torres que defendía la puerta
principal de la fortaleza; el primer
recinto y el albacar.
Imagen de una de las terrazas del castillo
Entrada al patio de armas
Foso y acceso al portón principal
Muralla Este de la fortaleza
A partir de esta época, todas las
construcciones observadas en la actualidad corresponderían a los distintos
estadios de su construcción.
Sólo queremos hacer constar la preciosa imagen
de este soberbio castillo que nos ofrece cuando se mira hacia sus murallas que
están situadas arriba de lo que se conoce mundialmente como “la cara del moro”. Y para finalizar,
deciros que su visita será una de las cosas que más perdurará en vuestro
recuerdo por vuestro paso por Alicante, “ la millor terreta del mon”.
La
primera configuración nítida que tenemos de la alcazaba procede de
época almorávide, cuando se define un espacio formado por un
posible “al-kasar”, situado en el macho actual, y un gran recinto
amurallado muy espacioso, conocido como el Albacar Vell (Rosser,
2012). A este espacio se accedía desde la ciudad por el norte, a
través de la Puerta del Cencerro que permitía dirigirse desde el
antemural hasta una puerta con corredor en la Torre de la Batalla,
ubicada en el extremo noreste del albacar, acceso que se utilizaba
para entrar y salir de este gran espacio vacío dotado únicamente
con un aljibe ubicado en su extremo sureste (Rosser, 2012). Con la
llegada del poder almohade, parece que el espacio del albacar se
divide en dos, con un nuevo muro de tapial, generando lo que
conocemos como Albacar d´Enmig, al que se accede por una doble
puerta con corredor entre la Torre de Través y la Torre de Sant
Jordi, al estilo de otros accesos fechados en la primera mitad del
siglo XIII, como en el castillo de Planes (Menéndez Fueyo, 1995).
Con
la conquista castellana en el año 1.249, comienza un periodo de
reformas una vez queda incorporada la ciudad al dominio aragonés a
inicios del siglo XIV. Excepto las obras en el Torreón de Sant Jordi
y en la Torre de Santa Caterina del Albacar d´Enmig de las que
hablaremos después, poco o nada sabemos de dichas reformas, excepto
la construcción de una capilla en 1.298 de la que sólo existen
referencias documentales (Rosser, 2012). Sin embargo, estas reformas
no solucionan los graves problemas de mantenimiento de la obra
medieval como ponen de manifiesto algunos alcaides como Berenguer de
Puigmoltó en 1.327, cuando se queja al rey de que había algunas
torres derruidas y la mayor parte descubiertas y en peligro de caer,
como también le ocurre al albacar, que estaba derruido parcialmente,
ofreciendo una imagen del castillo lastimosa y con el permanente
cartel de pendiente de reparación (Rosese, 2012).
El
conflicto bélico con Castilla a mitad del siglo XIV, con las
sucesivas tomas y recuperaciones de la fortificación alicantina,
considerada clave en el desarrollo del conflicto, permitió la
programación de una serie de reformas establecidas en el memorial de
Antich de Codinats de 1.357, que suponían una inversión en mejoras,
personal, guardias del castillo y logística, con un acantonamiento
de tropas superior a 600 hombres. Sin embargo el plan nunca se
ejecutó, lo que permitió una nueva tentativa de conquista por parte
castellana en 1.363 y una nueva recuperación aragonesa en 1.364, que
obligó a Pedro IV a replantear las necesidades de la plaza
alicantina y encargar a Domingo Borrás la reforma de la fortaleza
(Del Estal, 1981), quedando huellas de estas obras en la parte
inferior del muro de cierre del segundo recinto. De todas formas,
este impulso reformador fue puntual y no encontraremos nuevas
reformas hasta el periodo entre los años 1.442 y 1.467 donde se
documentan, entre otras, obras en los sistemas de acceso con la
reparación de los quicios del Torreón de Sant Jordi, una reparación
en un muro del castillo, obras en la Torre del Relotge, así como la
construcción de un templo dedicado a Santa Bárbara, de la que toma
nombre la fortaleza,en el año 1.469 (Beviá García, 1995, Rosser
Liminyana, 2012).
No será hasta la primera mitad del siglo XVI cuando el castillo tenga un gran impulso reformador. La primera voz que se alza clamando por realizar reformas será la de Fernando de Aragón, Duque de Calabria, que fur Virrey de Valencia entre los años 1.526 y 1.550, quien visita la fortaleza en 1.543 calificándola de "...cosa fuerte y de mucha calidad..." aunque "...está tan sola y a mal recaudo...", por lo que consugue que el rey Felipe II destine 1.000 libras para reparaciones urgentes como la construcción de un aljibe en el albacar viejo, alzar el suelo para las plataformas de la artillería, un puente levadizo y el forrado de hierro de las puertas, ejecución hecha por el capitán Aldana y el ingeniero Joan Cervelló (Beviá Garcia, 1988). Este primer impulso reformador se vio acompañado en 1.563 con la llegada del ingeniero italiano Giovanni bautista Antonelli Il Vecchio, quien proyecta reformar el Macho y el Albacar d´Enmig, limpiar cisternas y reparar el empedrado del patio y de la capilla, para lo que precisaba de 4.000 ducados.
En el año 1.578, el Consell de la ciudad decide ejecutar otro plan de renovación propuesto por Giorgio Palearo il Fratino, comenzándose la construcción de los nuevos baluartes en el año 1.580, quedando la huella física de estas obras en la realidad constructiva que hoy manifiesta el castillo alicantino, estando realizados con sillares perfectamente labrados, asentadas las cortinas sobre la roca recortada para conseguir un asiento plano. Los muros están terraplenados, localizando cuatro traveses que, a la vez de defender el muro de los tiros transversales, sirven de arriostramiento de éste. La tenaza y los dos baluartes obedecen a la misma técnica que el muro nuevo del Albacar, teniendo las esquinas resueltas con sillares labrados de forma semicircular con un 20% de inclinación (Camarero Casas, 1.988).
No será hasta la primera mitad del siglo XVI cuando el castillo tenga un gran impulso reformador. La primera voz que se alza clamando por realizar reformas será la de Fernando de Aragón, Duque de Calabria, que fur Virrey de Valencia entre los años 1.526 y 1.550, quien visita la fortaleza en 1.543 calificándola de "...cosa fuerte y de mucha calidad..." aunque "...está tan sola y a mal recaudo...", por lo que consugue que el rey Felipe II destine 1.000 libras para reparaciones urgentes como la construcción de un aljibe en el albacar viejo, alzar el suelo para las plataformas de la artillería, un puente levadizo y el forrado de hierro de las puertas, ejecución hecha por el capitán Aldana y el ingeniero Joan Cervelló (Beviá Garcia, 1988). Este primer impulso reformador se vio acompañado en 1.563 con la llegada del ingeniero italiano Giovanni bautista Antonelli Il Vecchio, quien proyecta reformar el Macho y el Albacar d´Enmig, limpiar cisternas y reparar el empedrado del patio y de la capilla, para lo que precisaba de 4.000 ducados.
En el año 1.578, el Consell de la ciudad decide ejecutar otro plan de renovación propuesto por Giorgio Palearo il Fratino, comenzándose la construcción de los nuevos baluartes en el año 1.580, quedando la huella física de estas obras en la realidad constructiva que hoy manifiesta el castillo alicantino, estando realizados con sillares perfectamente labrados, asentadas las cortinas sobre la roca recortada para conseguir un asiento plano. Los muros están terraplenados, localizando cuatro traveses que, a la vez de defender el muro de los tiros transversales, sirven de arriostramiento de éste. La tenaza y los dos baluartes obedecen a la misma técnica que el muro nuevo del Albacar, teniendo las esquinas resueltas con sillares labrados de forma semicircular con un 20% de inclinación (Camarero Casas, 1.988).
Durante
el siglo XVII, no parece que el castillo experimente reformas de
importancia. El ataque de una escuadra inglesa en el año 1.656,
donde se bombardearon muros y baluartes de la ciudad, sirvió para
demostrar la imagen de impenetrabilidad que el castillo venía
ofreciendo. Sin embargo, por encima de esta imagen, el castillo
ofrecía una real ruina técnica que no fue resuelta con las reformas
puntuales planteadas en el año 1.675 (Requena Amoraga, 1997). El
demoledor ataque francés a la ciudad en el año 1.691 no afectó
especialmente al castillo, aunque la ciudad fue prácticamente
arrasada. En aquellos tiempos, se podía conseguir tomar la ciudad,
pero se chocaba contra los muros del Benacantil, donde los defensores
podían resistir largo tiempo en el interior del castillo. Eso es lo
que ocurre a inicios del siglo XVIII, en 1.706, en plena Guerra de
Sucesión, cuando las tropas austracistas asedian por tierra y mar
durante 8 dias la ciudad de Alicante, mientras el acuartelamiento del
castillo, al mando de Mahony, resistió varias semanas después de
haber caído la plaza (Bernabé Gil, 1992).
La decisiva victoria borbónica en la Batalla de Almansa al año siguiente, permitió que en 1.708 se desplazara a Alicante un numeroso contingente de tropas con el objetivo de recuperar la ciudad al mando del Barón d´Asfeld y el mariscal Ronquillo. Como había sucedido en la toma austracista, la ciudad acabó por rendirse, pero el castillo, en esta ocasión al mando de Richardi, se resistió a entregar la fortaleza. Entonces Asfeld decidió minarla, excavando un túnel en la base rocosa del Benacantil donde introdujo una gran cantidad de explosivos, instando al comandante inglés a que rindiera la plaza. Ante su negativa, Asfeld voló la mina provocando que una buena parte de los lienzos del frente este del castillo cayeran sobre los arrabales de la ciudad. Aún hoy en día se puede apreciar en la plataforma superior del castillo el corte producido por la caída de las defensas ocasionadas por las voladuras de la mina (Bernabé Gil, 1.992).
El castillo no tendrá más modificaciones hasta los inicios del siglo XIX con la llamada "maldita guerra de España" o Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica, cuando el gobernador y la Junta Local de Gobierno encargan al ingeniero Pablo Ordovás un memorial descriptivo del castillo con el objetivo de plantear varias obras defensivas encaminadas a mejorar las comunicaciones de la ciudad con el castillo, así como la realización de otras obras defensivas como el Fuerte del Monte Tossal (Muñoz Lorente, 2014). En la actualidad, despues de varios proyectos de restauración y consolidación que se han efectuado, tanto al Cerro del Benacantil, como de las diferentes partes de la fortaleza, el castillo se ha convertido en uno de los principales referentes turísticos por su increíble panorámica desde sus murallas y baluartes y, sobre todo, al convertirse en la sede del Museo de la Ciudad de Alicante (MUSA).
La decisiva victoria borbónica en la Batalla de Almansa al año siguiente, permitió que en 1.708 se desplazara a Alicante un numeroso contingente de tropas con el objetivo de recuperar la ciudad al mando del Barón d´Asfeld y el mariscal Ronquillo. Como había sucedido en la toma austracista, la ciudad acabó por rendirse, pero el castillo, en esta ocasión al mando de Richardi, se resistió a entregar la fortaleza. Entonces Asfeld decidió minarla, excavando un túnel en la base rocosa del Benacantil donde introdujo una gran cantidad de explosivos, instando al comandante inglés a que rindiera la plaza. Ante su negativa, Asfeld voló la mina provocando que una buena parte de los lienzos del frente este del castillo cayeran sobre los arrabales de la ciudad. Aún hoy en día se puede apreciar en la plataforma superior del castillo el corte producido por la caída de las defensas ocasionadas por las voladuras de la mina (Bernabé Gil, 1.992).
El castillo no tendrá más modificaciones hasta los inicios del siglo XIX con la llamada "maldita guerra de España" o Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica, cuando el gobernador y la Junta Local de Gobierno encargan al ingeniero Pablo Ordovás un memorial descriptivo del castillo con el objetivo de plantear varias obras defensivas encaminadas a mejorar las comunicaciones de la ciudad con el castillo, así como la realización de otras obras defensivas como el Fuerte del Monte Tossal (Muñoz Lorente, 2014). En la actualidad, despues de varios proyectos de restauración y consolidación que se han efectuado, tanto al Cerro del Benacantil, como de las diferentes partes de la fortaleza, el castillo se ha convertido en uno de los principales referentes turísticos por su increíble panorámica desde sus murallas y baluartes y, sobre todo, al convertirse en la sede del Museo de la Ciudad de Alicante (MUSA).
Galeria fotográfica:
Garitón o torreta vigía
Torre vigía hacia el mar
Vista del interior del castillo
Vista panorámica de la fortaleza
El Castillo de Santa Bárbara desde el Sur
Bonita imagen del castillo desde el casco urbano de Alicante
Imagen nocturna con el castillo iluminado
Otra bonita imagen nocturna de la fortaleza
Cuartel de Felipe II
Torre musulmana
Visita del día 12-01-20 desde las Murallas:
Hola, me llamo Francisco Gutiérrez Bernal y en Facebook hemos creadoun grupo para trasladar al consistorio de Alicante, la petición ante la UNESCO de Patrimonio de la Humanidad. Ya se intento en el 2.012 solicitandole a la anterior alcaldesa Sonia Castedo, la previa aprobación por parte de un pleno de dicho ayuntamiento, pero no llego a realizar dicha solicitud presentada por una asociacion de Alicante.
ResponderEliminarPor lo que me gustaria que fomase parte de ese muro y pedirle su colaboración para conseguir que seamos muchos los que podamos solicitar al ayuntamiento dicha peticion.
Espero sus noticias y aqui le dejo mi correo electronico fsgb@telefonica.net
Un cordial saludo.
Creo que tenia que ser patrimonio de la Humanidad
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